De todos es conocido que el estrés es considerado «una enfermedad de los tiempos modernos» porque desencadena una sere de síntomas que altera el funcionamiento normal del organismo y estado de ánimo de las personas. Los estudios sobre este tema han demostrado que el estrés puede ser positivo (por lo tanto no es catalogado de una alteración) y negativo; además está presente en todas las esferas de la vida: trabajo, estudio, deportes y en la familia.

En esta última, cabe mencionar que los primeros «estresores» (se entiende por este concepto, como un estímulo que desencadena una respuesta de parte quien la recibe) son los padres, porque en su afán de buscar lo mejor para sus hijos, constantemente te envían deseos, mensajes y expectativas que obligadamente genera una respuesta de parte del hijo, que muchas veces puede ser “la de enfrentar la expectativa de los padres o huir de ella”. Sin duda alguna dicha respuesta representa para el hijo une inversión de energía física y psicológica que desgasta sus fortalezas mientras trabaja por resolver el estímulo estreso presente. Posteriormente se produce la recuperación, sin embargo no todos los seres humanos poseen los mismo niveles de vigor para resolver las exigencias que se le presentan y cuando son expuestos a demandas constantes que irrespetar esa face necesaria de la recuperación es cuando muchos enferman y decrecen. En ese sentido se encuentran padres que estresan negativamente a sus hijos, cuyas características y efectos comentaremos más adelante.