Noviembre 28, 2000| El Diario de Hoy | p. 98
Muchos niños y jóvenes con exceso de peso enfrente una adolescencia llena de tensiones y demandas. En la columna anterior, hablamos de la tendencia de muchos padres por mantener a sus hijos “rellenos y hermosos”. Sin embargo, al llegar a la pubertad (11-12 años), los mismos padres que una vez se preocuparon que sus niños se excedieran en sus comidas, comienzan una lucha contradictoria para que los chicos coman menos, pierdan libras de más y logren llegar a la delgadez anhelada. De esa manera, los padres pueden darse por satisfechos al haber “modelado” su mejor obra de arte.
En este sentido, los padres someten a los jóvenes a tener mayor responsabilidad de su silueta, para que se vean igual que otros muchachos de su edad considerados lindos o esbeltos. En casos extremos, algunos padres obtienen la dieta milagrosa o los inscriben en actividades deportivas para que rebajen. Por otra parte, sumada la tensión que ejercen los adultos, se une la de su grupo de compañeros de colegio, quienes son los encargados de calificar la belleza por la apariencia física.
Para algunos jóvenes, las exigencias de la familia y la escuela son demasiados altas para sus mecanismos de manejo, que llegan a iniciarse en prácticas auto-destructoras con tal que la ansiedad disminuya y logren ser aceptados y queridos por su delgadez. De estas prácticas tan comunes, hablaremos la próxima semana.
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