Septiembre 11, 2001| El Diario de Hoy | p. 94
Anteriormente habíamos analizado cómo las creencias populares y personales sobre la alimentación afectan el estado de salud de los hijos. Al inculcarles los malos hábitos alimenticios, como comer entre comidas o exagerar el consumo de carbohidratos, los padres cometen un grave error. Con el proceder anterior, los padres consiguen condicionar a sus hijos a la gula y no al buen comer. Les enseñan que la saciedad es sinónimo de satisfacción. En otros casos, muchos padres les transmiten a sus hijos sus ideas irracionales, como por ejemplo: “ si te miran delgadito/a dieran que nos tenemos para comer”. También, les comparten sus propios complejos de inferioridad, que a su vez los introduce en una dinámica de competencia social en donde se hace necesario estar por encima del otro para experimentar gozo y tranquilidad. Por otro lado, con estas conductas, los padres comparten sus propios activadores, como la envidia y la soberbia, y, por último, lo que es sumamente destructor, se les contagia de angustia elevada convirtiendo a¡el acto de comer en un momento desagradable para los niños pues los adultos esperan demasiado de ellos. Padres, consideren que los chicos son expuestos a burlar y sobrenombres (por su apariencia física) los cuales dañan su concepto corporal y autoestima. Enseñen a sus hijos a comer bien.
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