Septiembre 01, 2001| El Diario de Hoy | p. 94
Una de las principales preocupaciones que experimentan los padres tiene que ver con la salud de sus hijos. Algunos padres asocian la buena constitución física con la gordura y procuran alcanzar «la hermosura» de los niños, para sentirse satisfechos en su papel de padres. Sin embargo, su proceder es inadecuado. Trasladan a los hijos una serie de presiones emocionales y sociales.
De hecho, se observa que desde el nacimiento de su niño, algunos padres comentan que este pesó ocho libras o más, haciéndole saber tal acontecimiento a su vecino, compañero de trabajo o algún familiar.
Pareciera que expresar dicha información los convierte en seres especiales que despiertan la admiración de los demás, alimenta su ego y fortalece su orgullo.
Posteriormente al nacimiento, una vez que se han asegurado con el pediatra de que su niño se desarrolla saludablemente en términos neuromotrices, los padres investigan el nombre de la leche o las vitaminas extras que le pueden dar al bebé para que «no esté delgadito» (aunque el médico les haya dicho que el bebé tiene el peso adecuado). Y durante las etapas preescolar y escolar (de 2 a 10 años), incitan a sus hijos a «picar» entre comidas o excederse con los carbohidratos. La próxima semana hablaremos de los efectos de procurar que los niños se mantengan “rellenitos”.
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